No nos demos la espalda


No cabe duda de que la espalda es una parte enormemente importante de nuestro cuerpo. Su relevancia fisiológica es evidente: es muy robusta y tiene una forma especial,
que permite que el cuerpo se mantenga firme y se mueva.
En el pasado, se tenía la creencia de que las dolencias de espalda, denominadas por los médicos “patologías mecánicas del raquis”, eran muy raras entre los jóvenes, casi inexistentes. Desafortunadamente, hoy se sabe que no es así y que son frecuentes, especialmente a partir de los 12 años una realidad que comienza a preocupar cada  vez más.

¿Por qué duele la espalda?

Habitualmente, el dolor comienza cuando se produce un mal funcionamiento de su musculatura. En este sentido, numerosos expertos han determinado que los factores que
se pueden asociar a un mayor riesgo de padecer estas dolencias, y que se dan con mayor asiduidad entre los jóvenes de los países industrializados, son: el sedentarismo, que conlleva falta de fuerza muscular; los hábitos posturales incorrectos, y la inade- cuada práctica competitiva de algunos deportes.
De acuerdo con el estudio “Salud y mochila escolar”, elaborado por la Oficina del Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha, “el dolor de espalda es una...
...de las afecciones más comunes en personas adultas, ya que aproximadamente entre un 60% y un 80% de la población lo ha padecido en alguna etapa de su vida”. Más concretamente, la Organización Médico Colegial Española ha tratado también de llamar la atención sobre los distintos hábitos de la infancia y la adolescencia, que pueden estar condicionando que, progresivamente, vaya aumentando
la cantidad de menores (y disminuyendo la edad), que precisan atención sanitaria por dolencia de espalda. El dolor de espalda es una de las afecciones más comunes en personas adultas, ya que aproximadamente entre un 60% y un 80% de la población lo ha padecido en alguna etapa de su vida Para el análisis de las dolencias de espalda en la infancia y la juventud, se debe partir de la clara evidencia de que una espalda infantil es diferente de una espalda adulta. Es decir, la infantil está en crecimiento y desarrollo y esto determina diferencias anatómicas y funcionales importantes.
Asimismo, los ejes de carga van variando a lo largo de los años. Así que, todos estos aspectos relacionados hacen que su estudio no sea fácil, máxime si los niños no son capaces de identificar, localizar y expresar de una manera correcta el dolor que están sintiendo. Además, de un tiempo a esta parte, a esto hay que sumarle otro fenómeno que está alterando considerablemente el desarrollo saludable de este segmento de la población el daño que puede causar el peso de la mochila a los escolares, cuando la transportan de casa a los centros educativos. Según
la Doctora Pilar Andújar, Coordinadora  del Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, “se trata de un daño silente, un daño cuya repercusión se produce sin consecuencias inmediatas que se puedan constatar y evaluar clínicamente de forma sencilla”.

Un peso a tener en cuenta

Siguiendo con el estudio, en la actualidad existe en la totalidad de la comunidad científica (fisioterapeutas, pediatras, asociaciones médicas…) una preocupación creciente sobre el peso de las mochilas escolares, y las negativas consecuencias que tal carga puede producir en las espaldas de la población infantil y juvenil: “El interés es aún mayor respecto de escolares que cursan los grados de educación secundaria, dado que entre los 12 y los 14 años de edad transcurre una etapa crítica para el desarrollo de  la columna vertebral. También es un período durante el cual la desproporción entre el peso de la mochila y el peso de quien la lleva puede ser mayor, ya que aunque algunos estudiantes todavía no han alcanzado la suficiente envergadura física, tienen que acarrear mochilas similares a las que transportan jóvenes de mayor edad y tamaño”.

A este respecto, existen numerosos estudios que acreditan que, con el progreso escolar, la cantidad de material a transportar aumenta y, con ella, las quejas de dolor muscular de los estudiantes. Un ejemplo de ello se aprecia en el análisis realizado por Bort Saborit y Simó Pitarch en el estudio “Carritos o mochilas en la edad escolar”, en el que se detectaba que, con el
progreso escolar y el incremento de la cantidad de carga, aumentaban las quejas de dolor muscular (67,2%), el dolor de espalda (50,8%), y el dolor en los hombros (14,7%).
En lo referente al peso que no debe superar una mochila escolar, con el fin de proteger la salud de los alumnos, es importante saber que este se ha ido determinando en función de la relación entre el peso de la carga y el de quien la porta. Así pues, y de acuerdo con el estudio analizado, se acepta generalmente la opinión de que la carga máxima que es conveniente que soporte un menor es equivalente al 10% de su masa corporal. Por su parte, la Asociación Americana de Fisioterapia determina, como límite máximo a partir del cual pueden aparecer daños en la espalda, un porcentaje entre el 15 y el 20% en la relación masa corporal y peso de la mochila. No obstante, “tan importante como la cantidad de carga puede ser la manera en que esta se cargue y se transporte, puesto que una mala práctica en el proceso de carga y desplazamiento de la mochila, y su repetición, puede llegar a tener peores consecuencias sobre la espalda que el exceso de peso”, tal y como sostiene la Doctora Pilar Andújar. En este sentido, si se desplaza una cantidad de peso que no resulte excesiva, de acuerdo a los estándares más aceptados internacionalmente
en teoría de cargas, de una forma inapropiada, esto puede también constituir un importante riesgo para la salud de la espalda. Por tanto, llevar la mochila sobre un solo hombro puede ocasionar, y está empíricamente demostrado, dolor lumbar en
 la infancia y la adolescencia.

Las lesiones más frecuentes

Numerosos autores han constatado que el uso de las mochilas, junto con un mobiliario inadecuado, son los principales responsables de las algias vertebrales que aparecen en los estudiantes. En general, otros daños comunes relacionados con las cargas de peso soportadas durante mucho tiempo serían
 las ampollas en los pies, las fracturas por estrés,
las lesiones en la musculatura de la espalda, daños en la tracción de los hombros y en las rodillas, etc. Más concretamente, otra investigación llevada a cabo por Bort y Simó, en el estudio “Carritos o mochilas en la edad escolar”, esclareció que la alteración física que un niño de 10 años podría tener al cargar diariamente con una mochila de 3 a 6 kg sobre los hombros, produciría una modificación de las curvas fisiológicas del raquis, con el consiguiente riesgo de provocar una hipercifosis dorsal, así como también la aparición de algias y contracturas a nivel muscular.
Por otro lado, si se tiene en cuenta, a su vez, el hecho de que la mochila solo se cargue sobre un hombro, se podrían ocasionar, además, desviaciones tridimensionales capaces de producir escoliosis (cuando a la desviación lateral se le añaden vicios de torsión) En cualquier caso, detrás de todas estas lesiones se esconde el problema principal: el sufrimiento de dolencias de la espalda durante la adolescencia aumenta considerablemente el riesgo de sufrirlas de manera crónica al llegar a la edad adulta. Un problema que, sin duda, se podría reducir si realmente se evitaran varios de los factores que se le asocian, como el excesivo peso del material escolar que los niños cargan diariamente o la incorrecta manera de transportarlo. La prevención por bandera La forma y la condición física de cada menor debería ser también otro importante factor a considerar, para la adopción de medidas concretas encaminadas a controlar esta situación. Por tanto, haciendo referencia al estudio “Salud y mochila escolar”, es fundamental que los alumnos comiencen a tomar conciencia de la importancia que tienen unos hábitos alimentarios saludables y la práctica de actividades deportivas, o de ejercicios para fortalecer y flexibilizar los músculos cuyo desarrollo pueden reducir el riesgo.En opinión de las Administraciones de Castilla-La Mancha, “se estima que aproximadamente un tercio de los escolares acarrea diariamente una carga superior al 10% de su peso corporal, el límite que los expertos recomiendan en los adultos”. Así las
cosas, el objetivo común de todas las personas e instituciones afectadas por este problema –ya sean docentes, administraciones educativas y sanitarias, AMPAS, editoriales, fabricantes, medios de comunicación, los propios menores…–, debe ser la eliminación del peso. Sin embargo, esto en la actualidad es imposible, así que por lo menos sedebería tender hacia su racionalización y reducción de una manera efectiva. Finalmente, José Manuel Martínez Cenzano, Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha, insiste en “la prevención como herramienta de salud, ya que es una tarea de inversión en el futuro, en la que debemos colaborar todas las instituciones públicas”. Y concluye: “Se hace necesario la difusión de una cultura básica de actividades destinadas a mejorar la salud, como practicar deporte, evitar el sedentarismo, controlar el número de horas que los menores pasan ante el ordenador, y mejorar cotidianamente la ergonomía en los pequeños, tanto en clase como en casa”. No obstante, “ningún esfuerzo será plenamente eficaz si no se logra concienciar al colectivo más importante: los niños y  adolescentes”.

Consejos para una espalda saludable

Por consenso, la comunidad científica internacional recomienda que la carga que el niño transporte no exceda el 10% de su peso corporal. Por tanto, lo ideal sería reducir el peso de la carga
que transportan los escolares y la duración de su transporte mediante, por ejemplo, la instalación de taquillas en los colegios o fraccionando en varios volúmenes los libros de texto. Al respecto, el Doctor Rodríguez Sendín, Presidente del Consejo General de Colegios de Médicos (CGCOM) recalca la necesidad de que “se adopten las medidas necesarias para impedir el sobreesfuerzo al que están muchas veces sometidos los escolares”. En este sentido, si el material escolar debe cargarse, lo mejor es que la espalda no padezca. Una mochila con ruedas, que permita estirarla en vez de cargarla, es la mejor alternativa, especialmente si permite su ajuste a la altura del niño, de modo que se pueda arrrastrar de manera cómoda y ergonómica. Es importante saber, además, que si la mochila es de tirantes, en contra de lo que se recomienda habitualmente, lo mejor no es situarla tan arriba como sea posible (entre los omóplatos o paletillas), sino abajo, en la zona lumbar o entre las caderas, y llevarla sujeta tan cerca del cuerpo como sea posible.

Fuente: IPS

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