A continuación les remito un post que me pareció increíble y que está sacado del http://www.pensamientoconsciente.com/?cat=11
Me pareció interesante así que aquí os lo dejo:
Me pareció interesante así que aquí os lo dejo:
La limpieza del
intestino grueso y la cura de uvas puede curar o mejorar muchas
enfermedades, incluido cualquier tipo de cáncer.
Aquí me veo forzado a escribir de un tema que me resulta sumamente triste y doloroso, se trata de la enfermedad y muerte de mi mujer, y me veo forzado a ello pues si en este libro hablo de la curación de cancerosos, omitir que mi mujer murió precisamente de cáncer sería un fraude al lector. De su enfermedad aprendí y aquí lo voy a explicar:
Mi mujer tenía muchas virtudes, pero también un gran defecto: descuidaba su salud, y uniendo este defecto con mi ignorancia sobre la importancia de la higiene del intestino grueso y de todo el organismo y con la de los médicos naturalistas y de los naturalistas ( no médicos ) sobre este tema de la higiene, excepto la señora Anne Beeken a la que mi mujer no le hizo caso, como luego explicaré, produjo el resultado de que mi mujer murió faltando pocas semanas para que cumpliera los 46 años.
Yo había leído muchos casos de enfermos que habían sido curados por médicos naturalistas y por naturalistas de enfermedades declaradas como incurables por la medicina alópata, por esto acudí a ellos, pero uno a uno me fueron decepcionando. Veía que la hidroterapia, la geoterapia, el cloruro de magnesio, el llantén y la macrobiótica que los libros dicen que habían curado a muchos enfermos, no produjeron mejoría en mi mujer. O sea, veía un abismo entre lo que leía en los libros y mi mujer que empeoraba. Esto me creó una fuerte confusión, hasta que logré explicar, aunque demasiado tarde, por qué mi mujer empeoró y lo que había que hacer para curar. Este descubrimiento hizo que cambiara mi anterior posición de aceptación de la medicina natural a una posición crítica, y por esto ahora crítico hasta los tratamientos que han usado los médicos naturalistas para curar a los cancerosos.
Pero vayamos al principio: mi mujer desde los 20 años padecía de migrañas, primero esporádicas y débiles y luego periódicas y fuertes, llegando a durar de 4 a 5 días al mes, casi siempre coincidiendo con la menstruación, y para aliviar el dolor se tomaba varios analgésicos durante esos días. Dada la relación entre las migrañas y el estreñimiento, con mucha frecuencia le preguntaba sobre este tema y siempre me decía que se encontraba bien de vientre.
A consecuencia de sus periódicas migrañas, el 24 de julio de 1.977, visitamos en Madrid al Dr. Eduardo Alfonso, médico naturalista y autor de varios libros y que el 17 de abril de 1.981 recibió un homenaje en la II Convención Hipocrática de Médicos Naturalistas. Le prescribe un régimen dietético no muy diferente del que ya tenía y no obtuvo ninguna mejoría, y este fue el comienzo de una serie de visitas durante las cuales mi mujer empeoró hasta morir.
Luego visitamos a un médico acupuntor y mi mujer consigue alguna mejoría. En 1.984, teniendo 42 años, le aparece un pequeño tumor en la mama izquierda y que con el tiempo crece, y dos años más tarde, le aparece otro tumor en la mama derecha que también crece.
En 1.985 mi mujer visita a otro médico naturalista. Le prescribe algunos alimentos que sólo venden las tiendas dietéticas, cloruro de magnesio, tisanas de algunas plantas, ejercicios respiratorios, hidroterapia, geoterapia y homeopatía. El resultado es nulo.
El 3 de abril de 1.986, cuando ya el tumor de la mama izquierda era muy grande, visitamos a la señora Anne Beeken. Le prescribe unas plantas medicinales y oligoelementos. Luego visitamos a dos naturalistas más con los que tampoco obtiene ninguna mejoría, al contrario, le prescribieron aplicar arcilla en la zona del tumor, y este, en vez de disminuir, aumenta. Debido a que los tumores de ambas mamas crecen, en agosto de 1.986 es examinada por médicos alópatas y uno de ellos le dice que tiene cáncer de mama, y probablemente también en los huesos. Yo cada día estoy más preocupado y viendo que médicos naturalistas y naturalistas eran incapaces de curarla, dándole vueltas a mi cabeza, se me ocurre que tal vez la medicina antroposófica sea más eficaz. En esta isla no conozco que viva algún médico antroposófico y en la península sólo parece que hay una doctora en Madrid. Le telefoneo y acordamos una consulta para el 8 de septiembre de 1.986.
Yo esperaba que el Iscador, medicamento muy usado por la medicina antroposófica, pudiera curarla, pero la doctora me dice, en ausencia de mi mujer, que ya no hay nada hacer pues el cáncer está demasiado extendido ya que tiene ganglios inflamados en la zona abdominal y en las axilas, yo casi me desmayo.
Volvemos a Las Palmas y en el aeropuerto le pido a mi mujer que haga una cura de uvas de por lo menos un mes. Mucho tengo que rogarle para que termine por aceptarla. Como estaba desesperado, busco por todas partes y como me habían hablado de una persona que había conseguido asombrosos resultados por un método mental, lo localizo y el 12 de septiembre de 1.986 nos visita, trae a una señora quien declara que recientemente la había curado de cáncer de mama y de pulmón. El me habla de todos sus éxitos, nos dice que cura por viaje astral y explica a mi mujer lo que tiene que hacer, y de repente, me llevo la gran sorpresa de que se mete con la alimentación y le dice a mi mujer que debe de comer de todo, esto produce tanta alegría en ella como tristeza y nerviosismo en mi. Me encuentro impotente, y así la cura de uvas prevista para por lo menos un mes queda reducida a dos días. Dice que en un mes se encontrará mejor, pero pasa un mes y casi dos y no mejora.
Aquí me veo forzado a escribir de un tema que me resulta sumamente triste y doloroso, se trata de la enfermedad y muerte de mi mujer, y me veo forzado a ello pues si en este libro hablo de la curación de cancerosos, omitir que mi mujer murió precisamente de cáncer sería un fraude al lector. De su enfermedad aprendí y aquí lo voy a explicar:
Mi mujer tenía muchas virtudes, pero también un gran defecto: descuidaba su salud, y uniendo este defecto con mi ignorancia sobre la importancia de la higiene del intestino grueso y de todo el organismo y con la de los médicos naturalistas y de los naturalistas ( no médicos ) sobre este tema de la higiene, excepto la señora Anne Beeken a la que mi mujer no le hizo caso, como luego explicaré, produjo el resultado de que mi mujer murió faltando pocas semanas para que cumpliera los 46 años.
Yo había leído muchos casos de enfermos que habían sido curados por médicos naturalistas y por naturalistas de enfermedades declaradas como incurables por la medicina alópata, por esto acudí a ellos, pero uno a uno me fueron decepcionando. Veía que la hidroterapia, la geoterapia, el cloruro de magnesio, el llantén y la macrobiótica que los libros dicen que habían curado a muchos enfermos, no produjeron mejoría en mi mujer. O sea, veía un abismo entre lo que leía en los libros y mi mujer que empeoraba. Esto me creó una fuerte confusión, hasta que logré explicar, aunque demasiado tarde, por qué mi mujer empeoró y lo que había que hacer para curar. Este descubrimiento hizo que cambiara mi anterior posición de aceptación de la medicina natural a una posición crítica, y por esto ahora crítico hasta los tratamientos que han usado los médicos naturalistas para curar a los cancerosos.
Pero vayamos al principio: mi mujer desde los 20 años padecía de migrañas, primero esporádicas y débiles y luego periódicas y fuertes, llegando a durar de 4 a 5 días al mes, casi siempre coincidiendo con la menstruación, y para aliviar el dolor se tomaba varios analgésicos durante esos días. Dada la relación entre las migrañas y el estreñimiento, con mucha frecuencia le preguntaba sobre este tema y siempre me decía que se encontraba bien de vientre.
A consecuencia de sus periódicas migrañas, el 24 de julio de 1.977, visitamos en Madrid al Dr. Eduardo Alfonso, médico naturalista y autor de varios libros y que el 17 de abril de 1.981 recibió un homenaje en la II Convención Hipocrática de Médicos Naturalistas. Le prescribe un régimen dietético no muy diferente del que ya tenía y no obtuvo ninguna mejoría, y este fue el comienzo de una serie de visitas durante las cuales mi mujer empeoró hasta morir.
Luego visitamos a un médico acupuntor y mi mujer consigue alguna mejoría. En 1.984, teniendo 42 años, le aparece un pequeño tumor en la mama izquierda y que con el tiempo crece, y dos años más tarde, le aparece otro tumor en la mama derecha que también crece.
En 1.985 mi mujer visita a otro médico naturalista. Le prescribe algunos alimentos que sólo venden las tiendas dietéticas, cloruro de magnesio, tisanas de algunas plantas, ejercicios respiratorios, hidroterapia, geoterapia y homeopatía. El resultado es nulo.
El 3 de abril de 1.986, cuando ya el tumor de la mama izquierda era muy grande, visitamos a la señora Anne Beeken. Le prescribe unas plantas medicinales y oligoelementos. Luego visitamos a dos naturalistas más con los que tampoco obtiene ninguna mejoría, al contrario, le prescribieron aplicar arcilla en la zona del tumor, y este, en vez de disminuir, aumenta. Debido a que los tumores de ambas mamas crecen, en agosto de 1.986 es examinada por médicos alópatas y uno de ellos le dice que tiene cáncer de mama, y probablemente también en los huesos. Yo cada día estoy más preocupado y viendo que médicos naturalistas y naturalistas eran incapaces de curarla, dándole vueltas a mi cabeza, se me ocurre que tal vez la medicina antroposófica sea más eficaz. En esta isla no conozco que viva algún médico antroposófico y en la península sólo parece que hay una doctora en Madrid. Le telefoneo y acordamos una consulta para el 8 de septiembre de 1.986.
Yo esperaba que el Iscador, medicamento muy usado por la medicina antroposófica, pudiera curarla, pero la doctora me dice, en ausencia de mi mujer, que ya no hay nada hacer pues el cáncer está demasiado extendido ya que tiene ganglios inflamados en la zona abdominal y en las axilas, yo casi me desmayo.
Volvemos a Las Palmas y en el aeropuerto le pido a mi mujer que haga una cura de uvas de por lo menos un mes. Mucho tengo que rogarle para que termine por aceptarla. Como estaba desesperado, busco por todas partes y como me habían hablado de una persona que había conseguido asombrosos resultados por un método mental, lo localizo y el 12 de septiembre de 1.986 nos visita, trae a una señora quien declara que recientemente la había curado de cáncer de mama y de pulmón. El me habla de todos sus éxitos, nos dice que cura por viaje astral y explica a mi mujer lo que tiene que hacer, y de repente, me llevo la gran sorpresa de que se mete con la alimentación y le dice a mi mujer que debe de comer de todo, esto produce tanta alegría en ella como tristeza y nerviosismo en mi. Me encuentro impotente, y así la cura de uvas prevista para por lo menos un mes queda reducida a dos días. Dice que en un mes se encontrará mejor, pero pasa un mes y casi dos y no mejora.