Antes de que se empiece a leer este artículo, me gustaría dejar claro que la única religión que puedo profesar, y de hecho lo hago, es tratar de llevar la vida que a mi más me gusta tratando en lo posible, en no dañar a nadie bajo ningún concepto, otra cosa es que lo consiga, pero la intención es tan buena como las religiones que nos han estado "dirigiendo" durante nuestra existencia. En todo caso si tuviera que definirme, lo haría como una persona que vive acorde a los conocimientos especiales que van surgiendo en su andadura por la vida, es decir, gnósticos, pero eso creo, en el fondo, somos todos.
La
existencia de Mahoma o de cualquier otro personaje, quizás ya no es tan
valiosa para el ciudadano de hoy en día, sino para esas instituciones
que sea como sea viven a costa de dicha existencia
Robert Spencer no cree en las brujas ni en personajes terroríficos y fantasmagóricos como Mahoma; y fruto de su incredulidad es su último libro titulado ¿Existió Mahoma?. Sin embargo, el autor norteamericano no es el primer investigador riguroso que pone en duda la absurda existencia del Drácula arábigo, ya que en 1880 Ignaz Goldziher, notable intelectual húngaro de confesión judía, publicó una documentada obra en la que, además de exponer las evidentes contracciones y falsedades del Corán y los hadices, negaba que Mahoma hubiese sido un personaje real.
¿Existió Mahoma? Por Robert Spencer.
La versión canónica sobre los orígenes del islam se da por históricamente contrastada, y si bien muchos no aceptan el reclamo de Mahoma de ser el profeta definitivo, pocos dudan de que hubo un hombre así llamado que, a principios del siglo VII, proclamaba que recibía mensajes de Alá por medio del ángel Gabriel.
Muchos de los que han oído hablar de mi nuevo libro, ¿Existió Mahoma? Una investigación acerca de los oscuros orígenes del islam, se preguntan si verdaderamente importa el hecho de que Mahoma haya existido o no: al fin y al cabo, miles de millones de musulmanes están convencidos de que existió, y no van a dejar de creerlo por lo que diga una investigación histórica. Pero lo cierto es que las numerosas señales de que el relato convencional de la vida de Mahoma tiene más de legendario que de verídico tiene considerables implicaciones en el panorama político contemporáneo.
He aquí algunos de los puntos débiles del relato convencional sobre la vida de Mahoma y los primeros días del islam:
No hay constancia histórica alguna de la muerte de Mahoma, supuestamente en el año 632, hasta más de un siglo después de esa fecha.
Los primeros relatos escritos en pueblos conquistados por los árabes no mencionan jamás el islam, ni a Mahoma, ni el Corán. A los conquistadores los llaman "ismaelitas", "sarracenos", "muhayirun" o "hagarianos", pero nunca "musulmanes".
En las primeras seis décadas, los conquistadores árabes no mencionan el islam ni el Corán en sus monedas o inscripciones. Las menciones a Mahoma no son específicas, y en al menos dos ocasiones van acompañadas de una cruz. El término podría no ser un nombre propiamente, sino un distintivo.
Incluso según los cánones islámicos, el Corán no se estructura de la manera en que nos ha llegado hasta la década de los 50 del siglo VII. El hecho de que ni los cristianos ni los judíos de la zona mencionen su existencia hasta principios del siglo VIII contribuye a arrojar dudas sobre el relato convencional.
No empezamos a oír hablar de Mahoma, el profeta del islam, y sobre el propio islam hasta la década de los 90 del siglo VII, en tiempos del califa Abd al Malik. Las monedas y las inscripciones relacionadas con el credo islámico surgen también en ese momento.
A mediados del siglo VIII la dinastía abasí sustituyó a la omeya al frente del califato. Es en el periodo abasí cuando el material biográfico relativo a Mahoma comienza a proliferar. La primera biografía completa del profeta del islam aparece en esta época, al menos 125 años después de la fecha dada de su muerte.
Estas y otras muchas cosas sugieren que el Mahoma de la tradición islámica no existió; o que si Mahoma existió fue un tipo sustancialmente distinto de como lo retrata aquélla.
Si las fuerzas árabes que conquistaron tantos territorios a partir de la década de los 30 del siglo VII no estaban movidas por las enseñanzas y prédicas del nuevo profeta, ¿cómo se modeló el carácter islámico de su imperio? Si Mahoma no existió, ¿por qué consideraron necesario inventarlo?
Cada imperio ha tenido su religión. El bizantino era cristiano. El persa, zoroástrico. El árabe controló enseguida y se propuso unificar amplias extensiones territoriales en las que imperaban distintos credos. Muy pronto pudo rivalizar con Bizancio y Persia en cuanto a tamaño y poder. Pero al principio no tenía una teología política de peso con las que sustituir las que encontraba a su paso. Necesitaba con urgencia dotarse de una religión común a todos sus territorios, una teología política que brindara los cimientos de la unificación y asegurara la fidelidad al Estado.
A finales del siglo VII y principios del siglo VIII los líderes del mundo islámico empiezan a referirse específicamente al islam, a su profeta y, finalmente, a su libro. La existencia de un profeta guerrero justificaría el agresivo expansionismo del nuevo imperio. Una vez justificadas en términos teológicos, las conquistas árabes quedan vedadas a la crítica.
He aquí el motivo por el que el islam se desarrolla como una religión de muy hondo calado político. El islam es un credo político: el reino divino es de este mundo, la ira y el juicio de Dios no es sólo para la vida futura, también para la terrena. Eso, para los creyentes. "En cuanto a los incrédulos infieles", dice Alá en el Corán, "los castigaré con una terrible agonía en este mundo y en el venidero. No serán socorridos ni salvos" (3:56). En otros pasajes coránicos Alá exhorta a los musulmanes a guerrear contra los infieles, los apóstatas y los politeístas (2:191, 4:89, 9:5, 9:29).
Hay razones de peso para llegar a la conclusión de que Mahoma, el mensajero de Alá, aparece sólo después de que el imperio árabe estuviera firmemente asentado, para dar justificación a una teología política que lo sustentase y unificase. Mahoma y el Corán fueron los pilares de los califatos omeya y abasí.
Esto no es una mera especulación académica. A la hora de comprender la amenaza de la yihad global –comprensión que ha brillado por su ausencia incluso a los más altos niveles desde el 11 de Septiembre–, al mundo no islámico le puede ser de gran utilidad un examen cuidadoso y desprejuiciado de los orígenes del islam. Hay un gran debate, tanto en Estados Unidos como en Europa Occidental, a propósito de la naturaleza de la ley islámica. En al menos 20 estados de EEUU se han propuesto medidas anti-sharia, y en Oklahoma incluso se votó –en noviembre de 2010– a favor de prohibir la sharia, si bien dicha legislación fue inmediatamente revocada por infringir la libertad religiosa de los musulmanes. Otros vienen resistiendo exitosamente sobre la misma base.
Si se entiende que la faceta política del islam precede a la religiosa, las cosas pueden cambiar. Pero sólo sucederá si un número suficiente de personas están dispuestas a llegar adonde la verdad puede llevarlas.
Opino que viene siendo la misma cosa que el cristianismo, o cualquier otro sistema religioso
ResponderEliminar