Hace mucho, pero mucho tiempo, vivía en la cima celestial el dios
sol, conocido también como Inti.
Era un joven de gran belleza y sumamente
bondadoso llamado Rimac, quien de cuando en cuando bajaba al mundo de
los humanos a contarles bellas historias, por lo que era muy querido y
reverenciado.
Un día que acompañado de los demás dioses miraba hacia la tierra por
las ventanas del palacio dorado, vio que los llanos junto al mar eran
azotados por una grave sequía; las hierbas, las flores y los árboles se
marchitaban y los hombres y animales morían de sed.
Los dioses se alarmaron y acudieron al dios Inti, su padre, a pedirle
que librase a los hombres de la costa, de aquella horrenda sequía. Pero
el Inti les dijo que era imposible, pues según las leyes celestiales
solo sacrificando a uno de ellos en el altar de fuego podrían conseguir
agua.
Los dioses callaron, sin embargo ante la sorpresa de todos, Chaclla,
la mas bella y virtuosa de las hijas del sol, poniéndose delante de su
padre se ofreció valientemente ante el sacrificio.
Rimac que adoraba a su hermana, se arrodilló implorante y pidió a
Inti que lo sacrificase a él en vez de ella, pero Chaclla, aun cuando
agradecía su gesto, no aceptó aduciendo que los hombres echarían de
menos las bellas historias que aquel sabía contarles.
Mas Rímac insistió y, ante la resignación de Inti, los dos se dirigieron al altar de fuego para el sacrificio. El
dios sol pudo así hacer llover la tierra.
Agradeciendo a los cielos, los yungas, así llamados antiguos hombres de la costa, recibieron el agua jubilosos.
Agradeciendo a los cielos, los yungas, así llamados antiguos hombres de la costa, recibieron el agua jubilosos.
Rimac y Chaclla, envueltos en infinidad de gotas caían sobre las
montañas cercanas al gran valle de Lima, y convertidos en un tormentoso
río corrían, jugando y riendo, hacia el mar. Una vez allí, elevándose en
forma de nubes, persiguiéndose, llegaban al cielo para vaciarse de
nuevo.
Pero eso duró solo cuarenta noches, al cabo de los cuales, Chaclla
quedó convertida para siempre en lluvia y Rimac en el mas bullicioso río
de la costa peruana.
Cuenta la leyenda que quienes suelen sentarse a orillas del río Rimac
y se ponen a escuchar con atención perciben claramente el murmullo de
sus aguas como se disuelve en una voz humana que cuenta bellísimas
historias de este y de antiguos tiempos, por eso se le llama “RIO HABLADOR”.
Fuente: Aqui
Pensemos que hoy el agua es un buen preciado, así que debemos cuidarla y saber hacer uso responsable de ella.
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