Que el ingenio del ser humano es inmenso no vamos a discutirlo, o por lo menos no lo haré yo.
Tampoco
negaré la capacidad de superar la adversidad y de crecernos ante ella,
pero que ese mismo ser humano es capaz de imaginar elementos para causas
dolor y llevarlo a cabo tampoco voy a negarlo.
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el Museo de La Inquisición y Tortura que posee el pueblo de Santillana del Mar.
Perpleja
ante tanto imaginario malvado y cruel nacido desde el fondo de nuestra
propia existencia y miseria humana (que también la tenemos).
La
única aseveración que conseguía repetir ante tal magnitud de maldad
era para admirar, por otro lado contrapuesto, la capacidad que tiene el
ser humano para causar daño a otro ser de su propia especie, porque,
obviamente, si nos referimos a otros seres que consideramos inferior
incluyendo a la naturaleza entre ellos ya lo hemos dejado claro en
multitud de ocasiones.
Aprovecho
esta oportunidad para compartir con todos algunos de estos elementos de
tortura y para agradecer al personal del museo la oportunidad de poder
exponerlo en este blog.
Aconsejo la visita a dicho museo y que sientan en primera persona la impresión que causa.
LAS JAULAS COLGANTES
Hasta
el fin del siglo XVIII, en los paisajes urbanos y suburbanos de Europa
abundaban las jaulas de hierro y de madera adosadas al exterior de los
edificios municipales, palacios ducales, palacios de justicia,
catedrales y a las murallas de las ciudades, también colgando en los
extramuros de altos postes cerca de los cruces de camino; frecuentemente
en los éstos habían varias jaulas en hilera.
La
víctimas, desnudas o casi desnudas, eran encerradas dentro y colgadas.
Sucumbían por hambre o sed, por el mal tiempo y por el frío en el
invierno, por el calor y las quemaduras solares en verano. A menudo
habían sido torturados y mutilados para mayor escarmiento. Los cadáveres
en putrefacción generalmente se dejaban "in situ" hasta el
desprendimiento de los huesos y como escarmiento a la vista de todos.
LA RUEDA
Este
"encantador" elemento de tortura era empleado para los crímenes
graves. El procedimiento se dividía en dos momentos diferentes. En
primer lugar, en público, se rompían los huesos y las articulaciones de
los brazos y las piernas de los condenados dando golpees violentos con
la rueda.
Posteriormente
se les ataba entre los radios de la rueda de manera horizontal al
extremo de un poste, que después sse levantaba para dar inicio a la
segunda fase, la más malvada ya que consistía en darles de comer y beber
mientras aves y roedores los iban arrancando tiras de piel.
Fueron Alemania y Francia los países que más utilizaron este macabro elemento.
EL TORO DE FALARIS (PHALARIS)
Instrumento
Siciliano que fue usado en los siglos XVI, XVII, XVIII. Invento que se
le atribuyó a Falaris o Phalaris tirano de Agrakas (actual Agrigento en
Sicilia), que murió en el año 554 AC.
Se
trataba de introducir a los seres humanos dentro de una efigie de un
toro de bronce al que se le colocaba leña debajo y alcanzaba unas
temperaturas elevadísimas de horno.
Los alaridos y gritos de las víctimas salían por la boca del toro que parecía mugir.
El Toro de Falaris estuvo presente en numerosas salas de tortura del 1500-1700.
EL ROMPECRÁNEOS
Colocado
alrededor de la cabeza, los pinchos, bajo la fuerza de la presión del
tornillo, señalaban el cráneo que, junto con la fuerza a ambos lados de
los pinchos más gruesos, hacían que se desprendiese el casquete
cránico.
Las
dos cavidades que se observan a los lados del elemento de tortura, era
para colocar ganchos o correas para alzar a la víctima, hasta que se
desprendía el cráneo o las vértebras cervicales.
Aquí dejamos la primera entrega de este post algo inquietante.
Las fotos que aquí se exponen son propias salvo la del Toro de Falaris (Taringa).
Los comentarios son, en su mayoría, los que encontramos en el Museo.