El verano y los problemas de circulación




Hoy quisiera comentarles, dado que mucha personas me han preguntado acerca de los problemas de circulación y los dolores en piernas que éste ocasiona, que existen plantas que la naturaleza ya nos ofrece para paliar los efectos de la mala circulación.
En primer lugar indicar que aunque es un problema común entre hombres y mujeres, son éstas últimas las que lo acusan con más frecuencia siendo cerca del 70% las mujeres en España que sufren de este mal.
Las piernas y pies hinchados en verano cursando dolor y manos y pies fríos en invierno, sólo nos está advirtiendo que nuestra circulación sanguínea no es óptima.
Se toma como principal causante de este problema el sedentarismo.
Hay varios productos, e incluso mucho de ellos ya vienen preparados en conjunto, que solucionan la sensación de piernas cansadas, hinchadas y dolor.

CENTELLA ASIÁTICA
La Centella Asiática mejora la microcirculación y permeabilidad capilar.  Por  ello  además  de    utilizarse  en  casos  de  celulitis,  es  muy   efectiva   también   en   piernas   cansadas,   calambres   y   hormigueos.
Favorece  la  síntesis  de  colágeno  y  las  proteínas,  además  de  activar la circulación sanguínea.

GINKGO BILOBA
El Ginkgo Biloba es una planta muy recomendada para aumentar  la  energía  y  retrasar  la  pérdida  de  memoria,  ya  que  aporta   oxígeno  y  nutrientes  esenciales  para  nuestro  cerebro,  favore-ciendo la concentración y disminuyendo el cansancio.
Uno de los principales beneficios del Ginkgo Biloba es la mejora  de  la circulación  sanguínea  gracias  a  sus  principios  activos. 
Debido a ello, ayuda a disminuir la sensación de hormigueo en  manos y pies.

CASTAÑO DE INDIAS
El castaño de Indias es un árbol originario de Asia, en la actualidad es una de las plantas medicinales más usadas para tonificar  las venas y los capilares.

VID ROJA
Entre sus principios activos destaca la presencia de antocianósidos,   flavonoides   y   taninos   en   las   hojas;   glúcidos   (fructosa,   sacarosa, dextrosa y levulosa), flavonoides, celulosa, minerales y vitaminas  A,  B  y  C  en  los  frutos;  y  ácidos  grasos  insaturados,  catequinas,  una  proantocianidina  llamada  resveratrol  y  vitaminas C y E en las semillas.
Debido a su composición, la vid roja ayuda a fortalecer la resistencia   capilar   y   a   disminuir   la   permeabilidad   de   las   venas,   ayudando  a  aliviar  el  malestar  generado  por  piernas  cansadas  tan común entre las mujeres.
Gracias  a  su  contenido  en  antioxidantes  destaca  por  su  acción 
contra la aparición de radicales libres. 

Por todo ello es recomendable cuidar nuestro sistema circulatorio y protegerlo ante la llegada del verano aunque también es cierto que se tiene que lograr un mantenimiento en invierno.
Algunos trucos que podemos usar son:
-No cruzar las piernas cuando estamos sentado y tratar de levantarlas apoyadas en una silla.
-Hacer masajes activadores de la circulación y caminar al menos durante 30 minutos al día cuando el sol no esté muy alto.
-Si tenemos la suerte este veranito de descansar junto al mar, hacer paseos por la orilla de la playa dejando que el mar vaya mojando nuestros pies.

Feliz verano y sana circulación


Uña de gato



El título de la entrada a este post parece un poco sacado de esas recetas brujeriles en las que, aparte de pata de rana, piel de sapo etc, podemos añadir uña de gato. Pero no, no es esto.

Hoy quiero que conozcan  la uña de gato ( uncaria tomentosa), planta trepadora que crece en las selvas de Perú, de donde es originaria, y que durante mucho tiempo ha sido usada por sus propiedades para el alivio de diferentes dolencias:


  • reducir el dolor y la inflamación del reumatismo, la artritis y otros tipos de problemas inflamatorios.
  • promueve la curación de heridas.
  • ser útil para el tratamiento de úlceras gástricas y quejas intestinales
  • ayudar a aliviar el dolor crónico.
  • mejorar la inmunidad al estimular el sistema inmunológico.
  • ayudan a las personas  que sufren de trastornos estomacales e intestinales, incluyendo la colitis, enfermedad de Crohn, síndrome del cólon irritable, síndrome de intestino permeable, gastritis y úlceras duodenales, inflamación intestinal.
  • ayudar a combatir las infecciones virales y micóticas, tales como herpes y candida.
Propiedades

En nuestro país, Uncaria tomentosa está clasificada como planta medicinal antiinflamatoria. Pero en la actualidad, se han publicado numerosos estudios de interés sobre sus propiedades farmacológicas, demostrándose que Uncaria tomentosa posee propiedades citostáticas, antimutágenas, antivirales, inmunoestimulantes, antirradicalares y, en dosis altas, efecto contraceptivo.

Algunos de esos estudios son:
León y Cabieses, 1995a y (b), León y Cabieses, 1995b.
Wagner y cols. (1985)
Aquino y cols. (1989)
Keplinger (1982

La forma de tomarla es muy fácil ya que la encontramos en pastillas  y la posología viene determinada por cada laboratorio.


Las propiedades curativas de las plantas



Se debe reconocer en cada planta una acumulación, un centro de energías vitales compuesto de numerosas sustancias de propiedades diversas.
En efecto, cada una de las numerosas sustancias que encierran tienen propiedades específicas, con lo que se explica porqué con una sola planta se pueden muchas veces combatir enfermedades tan numerosas como variadas.

Y ahora digamos algo acerca de las sustancias que se han encontrado en las plantas medicinales:
Estas plantas, dotadas de propiedades curativas, contienen, lo mismo que las demás, su parte de celulosa (fibras vegetales, etc.), los correspondientes hidrocarburos (almidones, azúcares) y una muy reducida cantidad de albúmina.
Estas sustancias nutritivas que en tan escasa cantidad contienen la mayoría de las plantas medicinales, se debe decir que no les dan valor ninguno. Su verdadero valor, lo que las hace apreciables en uso por encima de las nutritivas, consiste en su riqueza en sales minerales, de las cuales cada una de estas plantas suele contener una docena o más.
Estos componentes de las plantas medicinales ya merecen mayor atención, puesto que son muchas las enfermedades cuyo origen procede en gran parte de la falta de unos determinados minerales en el cuerpo. En unas por ejemplo, de entre las plantas medicinales, predomina la cal; en otras, el fósforo; en otras, el azufre; en otras, el silicio; en otras, el hierro en otras, el yodo, etc.

También desde nuestro punto de vista son del mayor interés las vitaminas que muchas de estas plantas contienen en notable proporción.
Aparte de estas sustancias que el cuerpo puede aprovechar para sus fines curativos, contienen las plantas medicinales sustancias de otro orden y categoría, que se caracterizan por sus efectos estimulantes sobre las funciones de nuestros órganos; o sea que por su peculiar acción sobre los diversos tejidos de nuestro cuerpo, los incitan a aumentar sus funciones.
Aunque varias de estas sustancias nos son perfectamente conocidas, como los ácidos vegetales, los ácidos volátiles, los amargos, los saponificantes, etc.,
muchas escapan todavía al análisis, ya que son finas y sutiles en extremo; tales son las vitaminas antes citadas y otras que podríamos llamar pre-hormonas; pero esta sutilidad, que no escapa al cuerpo que sabe aprovecharse muy bien de ellas, en nada perjudica su eficacia que ha sido bien comprobada.

La moderna ciencia médica comienza a percatarse de que estas sustancias que se alojan en las plantas medicinales, pueden ser más apropiadas para curar
nuestras enfermedades que no las más en boga hasta ahora, de origen químico y de una fuerza y potencia muchas veces superior a lo que nuestro cuerpo requiere, por lo que hay que considerarlas casi siempre venenosas.

Para exponer cuatro someras ideas acerca de las vitaminas y de las pre-hormonas, empezaremos por decir que todas ellas actúan en cantidades
extremadamente pequeñas. Para significar su importancia bastará hacer notar que, por ejemplo, la escasez o falta de hormonas de las glándulas
procreadoras (testículos y ovarios), hace que la mujer sea menos femenina o con el carácter algo masculinizado, y que el hombre se desarrolle con aspecto menos varonil del que le corresponde. En muchos casos, la pequeña cantidad que representa un gramo de las mismas, bastaría para preparar centenares de miles de dosis de efectos o acción visibles.

Los testículos y ovarios producen hormonas en cantidad ínfima, pero suficiente, para cambiar con ellas el aspecto de la persona en la pubertad y hacer
que la mujer adquiera sus formas y las características de su sexo: desarrollo del pecho, falta de barba, piernas más cortas que los varones, caderas más anchas que las espaldas, piel fina, mayor cantidad de grasa debajo de la piel que el hombre, manifestación del carácter, aptitudes y sentimientos femeninos, todo ello encaminado a preparar la futura maternidad.

En el hombre, las mismas hormonas provocan el desarrollo más acentuado de músculos y huesos, barba fuerte, espaldas anchas, menor cantidad de grasa,
caracteres masculinos (valor, heroísmo, fuerza, energía, etc.) Otro ejemplo: una cantidad insignificante, pero superior a la debida, de hormonas de la glándula tiroides hace que un niño sufra en su desarrollo un retraso en el doble aspecto corporal e intelectual. Una cantidad pequeñísima de
vitamina D cura el raquitismo, mientras que todos los medicamentos y tónicos que antes se empleaban para combatirlo no conseguían en forma alguna curar esta enfermedad.

En poquísimos ejemplos hemos dejado expuesta una realidad que para muchos era completamente ignorada o sigue siéndolo todavía. No obstante, creemos que bastarán para que el lector comprenda en principio que sustancias tan sutiles contenidas en ciertas plantas, pueden actuar sobre nuestro cuerpo a
pesar de ser ínfima su cantidad. Sin ello quedarían sin explicación las propiedades bien definidas de gran número de plantas.

No nos limitaremos como es costumbre en semejantes casos, a indicar una o varias plantas para cada enfermedad. Este proceder sólo nos conduciría a
resultados muy limitados y por demás dudosos. Porque es indiscutible que si bien una misma planta, en virtud de sus componentes, pueda estar indicada en el
tratamiento de varias enfermedades distintas, también lo es que, salvo raras
excepciones que como tales confirman la regla, ninguna enfermedad tiene su remedio completo en una sola planta.

Lo prudente, pues, si se quieren obtener verdaderos resultados curativos por medio de las plantas medicinales, consistirá en combinarlas y agruparlas de
forma que por el conjunto de propiedades que reúnan combatan las varias causas de la enfermedad, o sea que además de suavizar o anular los síntomas molestos y dolorosos de las mismas, ataquen de verdad sus fundamentos.

Tomemos por ejemplo un caso de enfermedad de la piel debido a impurezas de la sangre. Si para combatirla nos ciñéramos a señalar una sola planta o varias
del mismo efecto, podríamos obtener tal vez una aparente curación del mal, o sea la destrucción o desaparición de sus signos externos; pero como la causa
fundamental persistiría, ya que la sangre seguiría casi tan impura como antes, hubiéramos en este caso conseguido sólo un resultado insuficiente que
conduciría a la reproducción de la enfermedad dentro de un plazo más o menos
lejano.

Pero si obramos tomando por base los propósitos que nos han guiado y que acabamos de exponer, para combatir la citada enfermedad aconsejaríamos una
receta o combinación de plantas en la que figure una planta propia para reducir los ácidos de la sangre, si ellos son la causa o impureza, con otra indicada para purificar la sangre, otra indicada para regularizar la función del hígado (gran destructor de los venenos del cuerpo), otra para activar los riñones y otra en definitiva para la piel. Con ello combatiremos la enfermedad en todos sus reductos y con todos los medios hasta expulsarla por completo del organismo.
Para conseguir hasta la perfección la finalidad que nos hemos impuesto y al mismo tiempo para mejor comodidad del estudiante, hemos completado el
presente curso con una segunda parte que dedicamos a la descripción de las enfermedades que pueden ser curadas o por lo menos muy mejoradas y aliviadas
por medio de las plantas medicinales.
Al leer la descripción de cada una de las plantas medicinales, se podrá observar que muchas de ellas estimulan la función que está encomendada al
hígado (destructor de impurezas), la actividad eliminadora de los intestinos y de los riñones, de las mucosas de los órganos respiratorios y de la piel (sudoríficas), etc., funciones todas ellas encaminadas a librar al cuerpo de las impurezas que alberga.
Estas funciones son, por ejemplo, importantísimas en los casos de fiebre, resfriados, gripe, fiebres gástricas, etc., ya que en estas enfermedades interesa
conseguir la rápida eliminación de las impurezas, y de los venenos microbianos por los procedimientos sudoríficos; pues bien, a tal fin se utilizan por ejemplo el gordolobo, el sauco, etc. Otras plantas son grandes estimulantes de la digestión, la angélica, la menta, etc, y todos sabemos que una mejor digestión aumenta las naturales defensas del cuerpo en todo caso de enfermedad.

Otras plantas activan la circulación de la sangre, factor también muy importante, ya que sin ello no pueden ser debidamente eliminadas las
sustancias perturbadoras causantes de enfermedad, ni tampoco llegar a tiempo el vivificador oxígeno y las sustancias nutritivas a los órganos. La vida está en la sangre y todos los órganos necesitan ser regados constantemente por ella, y por este motivo un sólo momento de falta de sangre en el cerebro produce, por ejemplo, el desmayo.

Un buen aflujo de riqueza de ideas exige a sí mismo una perfecta irrigación sanguínea del cerebro, y lo mismo sucede en su orden respectivo con todos los
órganos.

Otras plantas, como la valeriana, son calmantes de los nervios. Otras tienen propiedades para combatir los microbios, etc. Estudiando estas y otras
propiedades de las plantas, se comprende que con ellas se puedan combinar multitud de remedios y acciones curativas para combatir y curar un gran número de enfermedades con éxito casi seguro. Todo consiste en combinar bien y aplicar en debida forma y con la persistencia necesaria, las plantas medicinales.

Claro es, y en esto debemos insistir repetidamente, que para curar radicalmente una enfermedad crónica es necesario
muchas veces suprimir además las causas que la han originado.

Fuente: Centro Alaguema